Juego e infancia, como influye a lo largo de nuestras vidas

Juego en la infancia

Juego e Infancia, como influyen

Los niños, las niñas y los adultos jugamos. El juego nos atraviesa a lo largo de la vida y puede significar para cada uno de nosotros algo distinto, como: “ganar”, “perder”, “reir”, “compartir”, “amigos”, “conflicto”, ”frustración”, “pasatiempo”, “desafío”… ¿Y para un niño? ¿Para la infancia? ¿Qué significará? Creo que no hace falta preguntar mucho, los niños demuestran en actos que JUGAR es el motor de su existencia cotidiana. Cuando un niño no juega, inmediatamente pensamos “está enfermo”, “algo le pasa”, nos preocupa.

Por ello los invito a pensar juntos, algo tan cotidiano e importante, como el juego en la infancia.

Escuchamos:

“Querés jugar conmigo” “A qué podemos jugar” “Quiero jugar” “No sé a qué jugar” “Juguemos a que yo…” “Nadie juega conmigo”

La infancia es juego, es derecho, es desarrollo, es potencialidad, es cultura. Nuestros niños juegan a ciertos juegos y de cierta forma heredada por la cultura. Como escribe en su libro Clemencia Baraldi, psicopedagoga argentina,  “Jugar es cosa seria”. ¿Y por qué el juego es algo serio?

Muchas veces se considera al juego en la infancia como algo innato, ya dado, que viene solo y que no tiene ninguna relación con el aprendizaje. Sabemos de niños que no juegan o sólo se prestan a ser un “objeto” de juego, o que se quedan en la imitación o en movimientos automáticos y repetitivos.

Esas conductas nos preocupan porque por el contrario, el verbo JUGAR se relaciona con la imaginativo, con una intención y finalidad, con el armado de historias y escenas a modo de una ficción, con ser protagonista y hacedor de ese juego.

¿Qué elementos encontramos en el juego de un niño?

  • Placer: el niño disfruta jugando
  • Repetición: hay ciertos juegos que insisten o formas de jugar
  • La posibilidad de transformación: un palo que se convierte en caballo
  • Poder entrar y salir del juego: me coloco un disfraz y soy Batman por un rato. Hacer un “como si”.
  • Poner en acción una escena que es una ficción, que tiene un particular desarrollo, variables, es flexible.

Momentos para diferentes juegos…

El recorrido que presento a continuación es sólo una aproximación con respecto a las edades que se suceden diferentes juegos, no es algo estricto. Cada niño es diferente, único.

No siempre se juega a lo mismo, no siempre les interesan los mismos juegos.

Haremos un recorrido por las diferentes edades

De Bebé

En los primeros meses de vida el bebé juega con lo más próximo a él, su cuerpo y gradualmente el cuerpo del otro, a través de movimientos, contactos, voz, mirada. A medida que se logra diferentes conquistas evolutivas, comienzan a aparecer en escena los objetos que son explorados de diversas formas; arrojados, golpeados, desarmados, arrastrados, escondidos, buscados. Así van descubriendo las diferentes propiedades de los objetos que los rodean sus posibilidades motrices y el reconocimiento del espacio. Su juego es más solitario o en paralelo con otros pares.

Alrededor de los 2/3 años

El lenguaje oral un gran hito del desarrollo se va haciendo presente. Usan y entienden las palabras, lo cual posibilita expresar ideas y comprender lo que expresan otros. Comienzan los primeros juegos simbólicos como por ejemplo: hacer de cualquier objeto un teléfono y comunicarse con alguien, un palo puede ser un caballo y convertirse en jinete, jugar con muñecas/muñecos y ser un médico que quiere curar.

Así las escenas comienzan a complejizarse y el juego simbólico es cada vez más rico. A los tres años, gradualmente comienzan a compartir el juego con otros pares y aparece la presencia de un juego motor cada vez más preciso. Comparten juego con sus pares y pueden presentarse ciertos conflictos ya que predomina su punto de vista sobre el de los demás. Comienzan a descubrir el entorno familiar, preguntan, escuchan con mayor atención, imitan escenas cotidianas familiares. Juegan con sogas, autos, títeres, rompecabezas, entre otros.

 A los 4/ 5 años

Aparece la escritura, el dibujo, la lectura de una forma más consolidada como expresión de ideas. Su mundo imaginario es cada vez más rico, mayor curiosidad, realizan juegos grupales. Juegan con patines, bicicletas, camiones, autos, pistas de carrera, pizarras, libros de cuentos, rompecabezas, muñecos articulados, primeros juegos de mesa; dominó, lotería, memoria.

De los 6 a los 8 años

Comienzan a aparecer los juegos reglados, donde la regla en un comienzo es muy estricta y gradualmente se pueden ir realizando consensos. Los juegos motores también están cada vez más presentes. Juegan con pelotas, bicicleta, monopatín, trenes, coches, juegos de preguntas y respuestas, de memoria, de cartas, ludo, lotería, juegos de recorridos, etc.

De los 9 a los 11 años

Comienzan a realizar planes propios, a expresar qué desean hacer, elegir actividades en clubes o en ciertos lugares con algunos amigos con los que presenten afinidad. El juego reglado toma mayor protagonismo y los juegos de descubrimiento como investigador, laboratorios, experimentos, microscopio, los entusiasma.

A partir de los 12 años en adelante

el juego reglado es el principal protagonista. Juegos con naipes, dados, fichas y tableros.

La intención de éste breve recorrido, es poder compartirles cómo se va dando el desarrollo tanto motor, psíquico y cognitivo y que la conjunción de ésta complejidad, posibilita la expresión de diversos juegos. Es importante reflexionar que ante un cambio observable son muchas las variables que subyacen haciendo que un niño pueda ir complejizando su juego y aprendiendo.

La clínica Psicopedagógica, atravesada por el juego.

El juego como instancia de observación del psiquismo y de lo cognitivo. Cuando hay una consulta por un niño, además de otras preguntas, es de nuestro interés saber acerca del juego del niño: ¿Juega? ¿A qué juega?  ¿Cómo juega? ¿Con qué juega? ¿Con quién juega? Si se le ofrece otro juego ¿lo toma o sólo es su juego? ¿Propone juego? ¿Comprende las reglas?

Retomo los primeros meses de vida de un niño, la etapa de bebé, donde su existencia depende de un otro adulto que lo alimenta, lo nombra, le habla. Podemos situar un 1° lugar para el bebé como Objeto de otro. Queda a merced de lo que el otro sanciona. La cuestión es salir de ese lugar de Objeto, donde el bebé y luego niño pequeño, gradualmente hable por sí mismo.

El juego es lo que inaugura una posición distinta, el primer juego que presenta un niño es el de “está, no ésta”…escondido atrás de una sabanita o con las manos en la cara. Como explica Ricardo Rodulfo, psicoanalista argentino, “El juego de aparición y desaparición, la función primera asignable al juego es nada menos que poder simbolizar una desaparición, una pérdida, dar representación a la ausencia.”

Que un niño tome posición de jugar remite a la posibilidad de ser capaz de transformarse él y de transformar los objetos. Es una posición activa, de aprendizaje, un espacio donde ellos son los protagonistas. Es por esto que pensamos que en la intervención con niños pequeños el juego cobra un rol fundamental, resultando el escenario donde los objetos son dominados por ellos.

El juego nos permite conocer e intervenir. Conocer los tiempos lógicos del niño con el que trabajamos, a la vez que nos permite dar cuenta de sus procesos de pensamiento. Intervenir en el punto de poder construir junto al niño algo de lo no construido, instalar algo de lo no instalado.

¿Por qué un niño no juega o juega “raro”? Considero que esa pregunta es fundamental. Que lo adultos que acompañan la crianza puedan formularla, sin ánimo de buscar patologías, sino con la intención de indagar un poco más en ese juego. Tal vez jugando con ellos, ofreciendo juego, tomándose un tiempo para acompañar y estar. Y por supuesto que si la pregunta persiste poder remitirla al pediatra y a un profesional de la salud. Los motivos pueden ser diversos, para ello se puede iniciar un proceso diagnóstico de indagación que lo realizará el profesional más idóneo para ese sujeto con el acompañamiento familiar.

Colaboración de: Virginia Palacio, Lic. en Psicopedagogía.

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