COMO OPORTUNIDADES DE DESARROLLO
“Un árbol fue alguna vez una flor y un grano de polen una semilla un diminuto y frágil brote (…) trabajo silencioso dentro-debajo de la tierra base, sustento, arraigo (lectura, pensamiento, sueños) así sostiene lo que exterioriza crece despacio, con esfuerzo buscando un camino al cielo”.
Rubén Sotera.

Una Crisis vital, es un punto de inflexión, un momento crucial en nuestras vidas que exige de nosotros una transformación para poder afrontar los escenarios nuevos que la vida nos presenta.
Las raíces de esta palabra, están relacionadas con términos como «separación”, «decisión”, y «discernimiento”, denotando un profundo proceso de cambio, el cual implica muchas veces, experimentar sentimientos como ansiedad, tristeza, incertidumbre y dolor emocional.
¿Qué son las crisis vitales?
Las crisis vitales pueden ser definidas como aquellos puntos transicionales que suponen situaciones nuevas que el sujeto no puede manejar con los mecanismos de superación habituales, exigiendo la movilización de nuevos recursos internos. (Caplan, 2005).
Clasificación de las Crisis
Según Slaikeu, 2017, las crisis existenciales se pueden clasificar en: Crisis del desarrollo, circunstanciales o inesperadas.
Las crisis del desarrollo:
(predecibles o esperables). Ocurren a lo largo de nuestro ciclo vital y pueden ser acompañadas por diferentes sintomatologías o síndromes clínicos, sobre todo cuando se cursan con dificultad.
En éste conjunto, se incluyen las crisis de desarrollo en la infancia, niñez y adolescencia, las crisis de la edad adulta, elección y desarrollo laboral y profesional, o elección del proyecto de vida, y crisis vitales de la madurez y tercera edad.
Crisis circunstanciales:
Desencadenadas por sucesos accidentales (imprevisibles o inesperados). Podemos incluir eventos como separaciones o divorcio, pérdidas económicas o materiales, muerte o pérdida de un ser querido, y enfermedades físicas y Psicológicas.
Dado que somos sujetos singulares en nuestros modos de procesar y elaborar una vivencia, lo que puede resultar «crítico”, o profundamente movilizante para una persona, puede no serlo en absoluto para otra, siendo fundamental en este sentido, la dimensión intransferible de la experiencia.
El camino para superar la crisis
El modo en que logremos posicionarnos frente a estos acontecimientos, nos permitirá transitar poco a poco, desde lo paralizante de la crisis, hacia un espacio de oportunidad, decisión y elección donde puede emerger algo nuevo, como una nueva versión de nosotros mismos. En este sentido, existen algunas actitudes y medidas que podemos tomar para facilitar este proceso:
El primer ingrediente fundamental, consistirá en una actitud de respeto, paciencia y acompañamiento frente a nosotros mismos. En este sentido, una actitud auto compasiva, de aceptación y respeto es lo mejor que podemos hacer para acompañar esta transición.
El segundo, tiene que ver con proporcionarnos, en la medida de lo posible, vínculos y redes de apoyo sólidas y confiables que nos permitan recibir nutrición y continente afectivo sobre todo durante la fase aguda de la crisis. Nuestras necesidades afectivas son particulares para cada uno de nosotros. Lo que resulta importante, es identificar y buscar contención en aquellos vínculos que nos proporcionen cercanía y seguridad.
El tercer elemento, consiste en la confianza en nuestras fortalezas. Todos sin excepción, tenemos estrategias que hemos ido utilizando para responder a nuestros problemas. Poseemos respuestas creativas y resilientes que nos han permitido superar con éxito situaciones dolorosas en el pasado. Es fundamental, encontrar y desarrollar al máximo esos recursos internos, que nos ayudarán a enfrentar de un modo efectivo la situación.
Finalmente, el trabajo psicoterapéutico puede resultar un terreno fértil para atravesar con éxito las transiciones de la crisis vital, potenciando las fortalezas que necesitamos para afrontar los nuevos desafíos que presenta la existencia.
Debajo de lo visible en el crecimiento de los árboles, hay un proceso lento, atemporal, nutritivo y constante que genera la vida en su conjunto para poder
florecer en nuevos brotes y oportunidades de desarrollo. Esas mismas capacidades de crecimiento coexisten en nosotros, si sabemos nutrirlas con los elementos necesarios.
Colaboración Lic. En Psicología Florencia Sabrina Del Dó