Hace algunas décadas, dentro del campo de la psicología y la psicoterapia, se fueron gestando algunos cambios como resultado de nuestra comprensión sobre los procesos humanos y su complejidad. A su vez, el creciente interés por la calidad de vida, los enfoques salugénicos y la promoción de la salud en el campo de la Psicología y la Psicoterapia, hizo que se comience a indagar en aquellos factores que más allá de ayudar a reducir el malestar, promuevan el bienestar psicológico e integral de las personas.
En este contexto, la Psicología Positiva, (PP), es el campo psicológico que estudia estos fenómenos y busca generar intervenciones para la potenciación de las cualidades positivas, las fortalezas y el potencial humano.
Los orígenes de la PP, se remontan al discurso pronunciado por el destacado psicólogo Martyn Seligman en 1998, en su asunción como presidente de la Asociación Americana de Psicología (APA). Dos años más tarde, comenzaron a proliferar las publicaciones sobre estas temáticas, y actualmente, estos aportes se encuentran integrados a diversas disciplinas y campos académicos.
Según Castro Solano, 2010, este campo, puede ser definido como el estudio del funcionamiento psíquico óptimo tanto de personas, de grupos e instituciones.
¿Qué es lo que hace que las personas sean felices? ¿Qué se necesita para vivir una vida plena?.
Estas son las preguntas básicas que se plantean los psicólogos que hacen Psicología Positiva, y que desde hace mucho tiempo intentaron responder los filósofos.
Según Seligman (2002) existen tres vías de acceso que nos conducen al bienestar psicológico y una mayor calidad de vida:
El desarrollo de emociones positivas, la promoción de una vida comprometida, y la co-construcción de una vida con significado.
En un sentido amplio, todas las emociones son positivas ya que sirven a un fin adaptativo y nos permiten responder ante distintas circunstancias y necesidades, impulsándonos a preservar nuestra integridad y a comunicar a los demás nuestros estados afectivos. Sin embargo, reciben este nombre, aquellas que al experimentarlas conllevan un mayor grado de bienestar, tanto en el presente como a largo plazo, y que nos permiten construir recursos psicológicos para el futuro.
Dentro de aquellas centradas en el presente, encontramos emociones como el Savoring y el “mindfulness” o consciencia plena. El Savoring, consiste en dejarnos impresionar por las sensaciones provenientes de nuestros sentidos al experimentar momentos placenteros. El hacernos un momento para contemplar un bello atardecer, cocinar junto a nuestros seres queridos o deleitarnos con buena música, son todas experiencias que encierran un enorme potencial para nuestro bienestar. Por otro lado, el “mindfulness” o consciencia plena, consiste en atender en el momento presente, nuestras acciones, nuestro cuerpo y nuestros pensamientos, dejando de lado el automatismo mental, o la actitud de piloto automático que muchas veces mantenemos cotidianamente y que tanto estrés nos genera.
Marian Rojas Estapé, una reconocida psiquiatra y psicoterapeuta, en su último libro de 2019, describe cómo el vivir permanentemente bajo tención o en esta actitud, es tán nocivo para la mente y para el cuerpo.
Las emociones positivas centradas en el pasado, consisten fundamentalmente en la gratitud y el perdón. La gratitud nos permite dar significado a una vivencia como positiva, reconociendo y realzando el resultado obtenido; potenciando nuestra confianza y nuestra seguridad personal. El perdón, se basa en un cambio psíquico profundo dentro del sujeto, y consiste en la capacidad de transformar sentimientos o afectos negativos en positivos, liberando la carga psicológica que estos afectos conllevan.
Dentro de las emociones positivas centradas en el futuro, el optimismo, es nuestra predisposición a rescatar los aspectos positivos de las circunstancias, retroalimentando nuestras conductas y actitudes efectivas. Un optimismo racional y adecuado, nos ayuda a generar un mayor número de soluciones frente a los problemas, y a reponernos más rápidamente frente a las crisis. La esperanza, otra emoción centrada en el futuro, promueve la consecución de metas y ayuda a incrementar la motivación intrínseca para la consecución de logros y objetivos.
Si bien el camino de las emociones positivas puede ser muy enriquecedor, no es el único que influye en la construcción de una vida satisfactoria. La “vida comprometida” es el segundo pilar para una vida plena. Esta consiste en la dedicación sostenida y atenta en una tarea significativa para nosotros, como pueden ser el trabajo, el estudio de un tema interesante, una apasionada conversación, y conlleva lo que Csikszentmihalyi, 1998, denomino como experiencia de “flujo”.
El tercer ingrediente, o “vida con significado”, no solo contempla el bienestar personal, sino que ayuda a promover también el bienestar social. Esta es la vía por la cual obtenemos plenitud a través de ocuparnos y poner nuestras energías al servicio de algo más grande que uno mismo. El trabajar para otros, el dedicarse a la familia, a la espiritualidad, a un ideal personal o a la comunidad, conlleva varios beneficios para la calidad de vida y el bienestar psicológico de las personas. Csikszentmihalyi, 1998, indica que quienes buscan y construyen un sentido vital para su existencia, poseen un importante antídoto contra la depresión, el vacío existencial y las conductas adictivas.
Según Seligman, 2009, existe un cuarto pilar que conduce a una vida positiva. Este consiste en los denominados “vínculos positivos”; es decir, aquellas relaciones en las que se da un crecimiento y un desarrollo recíproco y donde todos los miembros de la relación se ven beneficiados y gratificados, resultando también en un agente de cambio positivo para su medio ambiente y su contexto.
Cada uno de nosotros, puede potenciar sus emociones positivas centradas en el presente, convertirse en personas más agradecidas, cultivar la capacidad de perdonar, y vivir una vida con significado.
Un enfoque psicoterapéutico que incluya intervenciones desde la Psicología Positiva, implicará no solo trabajar con el trastorno, el problema o el padecimiento mental, sino también con las potencialidades, el desarrollo de las fortalezas y las actitudes resilientes de los consultantes para la vida.
Florencia Sabrina Del Dó. Lic. En Psicología