“La imagen corporal” la relación con el propio cuerpo

la imagen corporal

Relación de nuestro cuerpo con nuestra identidad

Habitamos un cuerpo; expresamos nuestra identidad a través de un cuerpo; vivimos gracias a un cuerpo.

Hablar de la relación con nuestra corporalidad, implica hablar sobre autocuidado, alimentación y nutrición, placer y dolor, conformidad y disconformidad, imagen corporal.

¿Qué es?

La imagen corporal es una representación mental, una representación subjetiva que tenemos sobre nosotros mismos. «Es como una foto que cada uno tiene de sí mismo”.

La cuestión es que a veces, esta foto, esta representación que hacemos de nuestro cuerpo, puede coincidir con la realidad objetiva, y a veces no.

Esto nos lleva a que muchas veces vivimos la relación con nuestra corporalidad con una profunda insatisfacción y un gran sentimiento de inseguridad.

En éste terreno, existe un síndrome, denominado «Trastorno dismórfico corporal”, el cual se caracteriza según la Asociación Psiquiátrica Americana como:

«Una preocupación excesiva por un «defecto corporal” inexistente, o de escasa entidad”.

Esta preocupación es exagerada, produce malestar e interfiere gravemente en la vida cotidiana del sujeto, dificultando las relaciones personales y su funcionamiento en diversas áreas.

Más allá de que experimentar malestar subjetivo no implica que se trate siempre de un síndrome determinado, y que la relación con nuestro cuerpo puede reflejarse en un continuo de múltiples grados y experiencias, es bueno reconocer algunos factores que pueden incidir en una construcción de una imagen corporal más o menos saludable, con el objetivo de identificarlos y tomar una actitud proactiva frente a nuestra salud.

Estos factores son:

  • Factores culturales y sociales: los parámetros de belleza en la actualidad, son cada vez más rígidos y exigentes. A su vez, el mercado nunca estuvo más provisto de ofertas para modificar o «mejorar” nuestro cuerpo
  • El impacto de las redes sociales. En una creciente tendencia a buscar la gratificación a través de la aprobación del otro, no es inusual que nuestras redes se conviertan en una especie de competencia por exponer ideales de bienestar y belleza.
  • El contexto familiar. Las raíces de nuestra autoestima, son co- construídas en un ambiente familiar que puede haber sido más o menos saludable en este sentido. Las expectativas rígidas y elevadas, el perfeccionismo, y los comportamientos obsesivos, son ingredientes que muchas veces no ayudan en la construcción de una identidad personal sana.
  • Las creencias personales y la visión subjetiva de la propia vida y el mundo. En muchos modelos de psicoterapia, se trabaja fuertemente con la concientización, el ajuste y la transformación de creencias que a menudo suelen ser limitantes, y que al revisarlas, nos permiten vivir nuestra vida de una manera más plena.

Más allá de estos factores, es importante resaltar que la forma en que nos relacionamos con nuestro cuerpo, está atravesada por una gran complejidad de elementos que interactúan unos con otros. En la medida en que manejemos un mayor grado de consciencia podremos ejercer un mayor impacto sobre nuestra salud, promoviendo además una mayor calidad de vida.

Es fundamental informarnos y hacer prevención primaria al respecto de este tema. Si algo te hace ruido, si no estás pudiendo disfrutar con plenitud tu existencia y tu corporalidad, sería bueno buscar un espacio de trabajo personal donde puedas ahondar en esas heridas, patrones, y esquemas emocionales que han influido en la configuración de ésta experiencia.

Para finalizar, podríamos preguntarnos: ¿cómo se juega actualmente la relación con nuestro cuerpo? ¿Qué grado de aceptación o falta de ella estoy manejando con respecto a mí misma/o y mi imagen corporal? ¿Qué espacio estoy dedicando a mi salud personal, a promover mi vitalidad a través del contacto con el aire libre, la actividad física placentera, la nutrición y el descanso adecuados? ¿Qué espacio estoy reservando al contacto con migo misma/o. para “escanearme”, para chequearme, para disfrutar?

Colaboración de: Florencia Sabrina Del Dó Lic. En Psicología

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